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¡Dios Mandó Ángeles a Cuidarte! Esta es la prueba
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La sabiduría es una de las virtudes más valiosas que podemos adquirir en nuestra vida. No se trata simplemente de conocimiento intelectual, sino de una comprensión profunda de la vida, guiada por principios divinos. En la Biblia, encontramos en Proverbios 1:7 una enseñanza fundamental: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza". Esta afirmación nos da una clave esencial para comprender el verdadero significado de la sabiduría y cómo podemos aplicarla en nuestra vida diaria.
Muchas personas asocian la sabiduría con la acumulación de conocimientos, estudios académicos o experiencias de vida. Sin embargo, la Biblia nos enseña que la verdadera sabiduría comienza con el "temor de Jehová". Esto no significa un miedo aterrador, sino un profundo respeto, reverencia y reconocimiento de la soberanía de Dios en nuestras vidas. La sabiduría según Dios es la capacidad de discernir entre el bien y el mal, tomar decisiones justas y vivir conforme a su voluntad.
El rey Salomón es un ejemplo clásico de alguien que buscó la sabiduría de Dios por encima de cualquier otra cosa. En 1 Reyes 3:9, Salomón pidió a Dios: "Da, pues, a tu siervo un corazón entendido para juzgar a tu pueblo y para discernir entre lo bueno y lo malo". Su petición agradó tanto a Dios que le concedió una sabiduría incomparable, junto con riquezas y honor.
El "temor de Jehová" no implica vivir en constante miedo de Dios, sino tener una relación basada en respeto, amor y obediencia. Cuando tememos al Señor, reconocemos su autoridad y buscamos alinear nuestra vida con sus mandamientos. Esta actitud nos lleva a tomar decisiones sabias y evitar caminos que nos aparten de su voluntad.
El libro de Proverbios enfatiza repetidamente la relación entre el temor de Dios y la sabiduría:
Proverbios 9:10: "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia".
Proverbios 3:7: "No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate del mal".
Cuando comprendemos que Dios es la fuente de toda sabiduría, aprendemos a confiar en él en lugar de depender de nuestra propia comprensión limitada.
El mismo pasaje de Proverbios 1:7 nos advierte que "los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza". En otras palabras, aquellos que rechazan a Dios y su instrucción se privan del verdadero conocimiento y discernimiento. A lo largo de la historia bíblica, vemos ejemplos de personas que despreciaron la sabiduría de Dios y sufrieron las consecuencias.
Por ejemplo, el faraón de Egipto en los tiempos de Moisés ignoró repetidamente las advertencias de Dios a través de las plagas (Éxodo 7-12). Su terquedad y falta de temor a Dios lo llevaron a la destrucción de su pueblo y su ejército.
Jesús también habló de la importancia de la sabiduría en la parabola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13). Las cinco vírgenes prudentes se prepararon para la venida del esposo, mientras que las insensatas descuidaron su responsabilidad. La lección aquí es clara: aquellos que valoran y buscan la sabiduría están listos para el llamado de Dios, mientras que quienes la desprecian sufrirán las consecuencias de su falta de previsión.
Si la sabiduría comienza con el temor de Dios, ¿cómo podemos cultivarla en nuestra vida diaria? Aquí hay algunas claves:
Buscar a Dios en oración: Santiago 1:5 nos dice: "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada". La oración sincera es una de las formas más poderosas de recibir la dirección de Dios.
Leer y meditar en la Palabra de Dios: La Biblia es la fuente de la sabiduría divina. Salmo 119:105 dice: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino".
Aplicar la enseñanza bíblica en nuestra vida: No basta con conocer la Palabra; debemos ponerla en práctica. Mateo 7:24 nos enseña que el sabio es aquel que escucha la Palabra de Dios y la obedece.
Rodearnos de personas sabias: Proverbios 13:20 nos aconseja: "El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado". Buscar consejo de personas piadosas nos ayuda a crecer en sabiduría.
Ser humildes y estar dispuestos a aprender: La humildad es esencial para adquirir sabiduría. Proverbios 11:2 dice: "Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría".
La sabiduría verdadera no se encuentra en los libros, en la filosofía humana ni en la acumulación de conocimientos. Se encuentra en Dios. Proverbios 1:7 nos recuerda que todo verdadero entendimiento comienza con el temor de Jehová. Si queremos vivir con discernimiento, justicia y prudencia, debemos buscar a Dios con un corazón sincero y humilde.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita personas sabias, que vivan conforme a los principios de Dios y reflejen su amor y justicia. Oremos para que el Señor nos dé un corazón entendido y dispuesto a seguir sus caminos. Que podamos ser luz en medio de la oscuridad y testimonio vivo de la sabiduría divina.
¡Que Dios nos conceda la sabiduría para caminar en su voluntad cada día de nuestra vida!
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En Mateo 7:6, Jesús nos dice: "No deis lo santo a los perros ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas, y volviéndose, os desgarren." Este pasaje, que puede parecer confuso al principio, nos invita a reflexionar sobre la importancia de valorar lo que es sagrado y cómo compartirlo con discernimiento.
La imagen de las "perlas" representa algo precioso, como la sabiduría divina, la verdad y el amor genuino. Sin embargo, Jesús nos advierte de no ofrecer estas perlas a aquellos que no las valoran, como los cerdos, que las despreciarían sin comprender su valor. Este versículo nos enseña que hay momentos y personas que no están dispuestas a recibir lo que Dios ha puesto en nuestro corazón.
En nuestra vida cotidiana, es esencial saber cuándo y con quién compartir nuestras bendiciones espirituales. A veces, compartir nuestra fe o nuestras experiencias más profundas con quienes no están preparados para recibirlas puede llevar a malentendidos, incluso a la burla o el rechazo. En lugar de perder tiempo y energía en esto, Jesús nos llama a ser sabios y discernir con amor cómo y a quién ofrecemos lo más valioso que tenemos.
Meditar sobre este pasaje nos desafía a ser más conscientes de la manera en que compartimos nuestras creencias y valores, y nos recuerda que debemos hacerlo de manera respetuosa y con discernimiento, buscando siempre el bien y el propósito de Dios.
Dios te Bendiga !
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