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viernes, 15 de enero de 2021

Desde sus heridas...



En el capitulo veinte del libro de Juan leemos acerca de la Resurrección de Jesús. Desde el versículo 19 las Sagradas Escrituras nos narran que Jesús se apareció a sus discípulos. Dice así la palabra de Dios:

“Cuando llego la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo:  Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, LES MOSTRO LAS MANOS Y EL COSTADO. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor”

Ciertamente como lo dice la palabra de Dios en Santiago 4:14, la vida del hombre es como la neblina que se esparce, nadie sabe que pasara el día de mañana; como lo dicen las escrituras separados de Dios nada podemos hacer. Juan 15:5  

Cuenta una historia que un día un hombre muy afligido, herido, confundido y abatido por diversas pruebas y batallas que habían venido a su vida, lloraba con mucha tristeza en su corazón. Sin embargo, en medio de aquella tristeza, durante el día, Dios se manifestaba por medio de llamadas de amigos y mensajes que traían palabras de consuelo y de paz. Sin duda, Dios estaba al lado de aquel hombre en medio de su tristeza y no permitiría que quedara derrotado y en aflicción. Dice la palabra:  No quedara el justo caído para siempre (Salmo 55:22) sino que es el Señor quien lo levanta.🙌

Llegada la noche, aquel hombre cayo en un sueño profundo… en el sueño, Jesús se manifestó mostrándole sus heridas en la cruz. El hombre quedo muy arrepentido en su corazón y comprendió que Jesús le mostraba en ese sueño sus heridas y cicatrices para decirle: A mí también me lastimaron, sufrí mas que tú, te entiendo y se lo que sientes …yo también fui despreciado, burlado y traicionado. Estoy contigo en medio de tu aflicción.

Cuando veas hoy una persona herida por las batallas de la vida, no le juzgues, más bien venda sus heridas, muéstrale las tuyas y trasmítele la paz y el consuelo que has recibido de Dios. 2 Corintios1:3-4


¡Dios te Bendiga !


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