Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Pues no recibieron el espíritu de esclavitud para estar otra vez bajo el temor,
sino que recibieron el espíritu de adopción como hijos, en el cual clamamos “¡Abba,
Padre”! El Espíritu mismo da testimonio y juntamente con nuestro espíritu de
que somos hijos de Dios Romanos 8:14-16
En el
Antiguo Testamento, normalmente Dios no se presenta como el padre de un individuo
en particular, sino como el padre del pueblo de Israel. El Señor le dice muchas
veces a Israel “mi hijo eres tú” Este concepto no elimina el hecho de que Dios
es el creador de la humanidad.
La palabra
aramea Ab-bá es la forma enfática o definida de ab, y literalmente significa “oh,
padre “o “el padre” era el nombre cariñoso que utilizaban los niños al
referirse a sus padres y combinaba la intimidad de la palabra en español “papá”
con la dignidad de la palabra “padre”
Cuando se
unen los dos términos “Abba” y “Padre” el resultado es una expresión como “mi
papi querido” una expresión tierna, amorosa y llena de afecto. Esto hace
referencia a Dios como alguien muy cercano, comprensivo y accesible. El no es
un padre duro ni frio.
La expresión
Abba Padre aparece tres veces en el evangelio: Marcos 14:35-36; Gálatas 4:4-7 y
Romanos 8:14-16
En el
evangelio de Juan, Jesús llama a Dios su “Padre” unas 156 veces. De las
palabras de nuestro Salvador aprendemos casi todo lo que conocemos acerca de
Dios como un Padre. Jesús invito a sus seguidores a que llamaran a Dios “Padre”;
tal como él lo hacía.
Cuando oramos
“Abba Padre” pasamos de la formalidad a una relación personal llena de
intimidad.
Fíjense que gran amor nos ha dado el Padre, para que se nos llame Hijos de Dios¡ Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no le conoció a él.
1 Juan
3:1
Dios te Bendiga
Fuente: Maravilloso
es el nombre Jorge Enrique Diaz pág. 182
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