"Venir a Cristo" es una frase común en las Sagradas Escrituras. Se usa para describir esas acciones del alma por las que, abandonando nuestros pecados y nuestra justicia propia, volamos hacia el Señor Jesucristo y recibimos su justicia para revestirnos con ella y su sangre para que sea nuestra expiación.
“Venir a Cristo” encierra arrepentimiento, negación de uno mismo y la fe en el Señor Jesucristo. Incluye la creencia en la verdad, la diligencia en la oración a Dios, la sumisión del alma a los mandamientos del evangelio de Dios.
“Venir a Cristo” es el primer efecto de la regeneración. En el momento en que el alma es vivificada, de inmediato descubre su condición perdida, y se horroriza ante esa condición, busca refugio y creyendo que Cristo es el refugio adecuado, vuela hacia él y descansa en él.
Donde no existe este “Venir a Cristo”, no hay una señal cierta de una nueva vida. Donde no hay una vida nueva, el alma esta muerta en delitos y pecados y estando muerta no puede entrar en el reino de los cielos. Tenemos frente a nosotros un aviso sorprendente, incluso detestable para algunas personas.
“Venir a Cristo” que es descrito por muchas personas como la cosa más fácil del mundo, es considerado como algo total y enteramente imposible para cualquier hombre, a menos que el Padre le lleve a Cristo.
Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga
Juan 6:44
Fuente:
La Incapacidad Humana No.182 7 de Marzo 1858 Charles Spurgeon
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