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jueves, 14 de abril de 2022

Pasa de mi esta Copa/ Segunda Parte


Me levanté con gran dificultad, y me obligué a volver hacia mis discípulos. Mientras permanecía de pie, el suelo que me rodeaba quedó marcado con mi sangre.

¿No pudieron permanecer despiertos conmigo verdad ?, les pregunte, mientras regresaba a mi sitio de oración.

Esta vez no eran las transgresiones de los hijos de Abraham lo que veía, sino la de los paganos.

En el inmundo brebaje de la copa veía cómo el pecado de los paganos volcaba su idolatría, su blasfemia, y todo lo abominable de que fuera capaz la imaginación de los paganos. Exclamé: “¡Oh! ¡ La brutalidad del hombre contra el hombre!” Vi las batallas, las guerras, el sufrimiento, el dolor y la pasmosa depravación de los paganos. Todo esto encontró su camino hacia la copa.

Todos los delitos de la humanidad fueran de judíos o de paganos, se reunieron en un solo lugar y desaparecieron dentro de aquella copa.

Todo lo malo esperaba mezclarse con todo lo puro, todo lo condenable convocaba a envolver toda rectitud, todo lo que era vil y despreciable esperaba aniquilar toda santidad. Todo esperaba que yo cediera ante aquella copa.

Ahora la sangre me brotaba profusamente de la cabeza, del rostro, de las piernas y los brazos. Mi espíritu luchaba por escaparse de aquello que aguardaba para llegar a ser uno conmigo. Gracias a Dios, la copa se volvió a retirar.

Una vez más me Levanté con gran dificultad y luego me desplomé. Al fin llegue a mis discípulos viéndolos dormidos, no pude sino llorar por todos y por cada uno, aunque temía que cada lágrima que derramaba pudiera ser la última.

Sólo por los ángeles y su asistencia pude regresar a mi lugar de oración y enfrentar lo que tenía por delante.


Fuente:  El día que fui crucificado por Gene Edwards Pag 16-18


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