Elige tu Idioma

jueves, 28 de abril de 2022

La Señal de Jonás

 


Y él respondió, y les dijo: La generación mala y adultera demanda señal; más señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta. Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”

Mateo 12:38-40



Los fariseos pedían otro milagro, pero no estaban buscando con sinceridad conocer a Jesús. 

Jesús sabía que habían visto milagros suficientes para convencerles de que El era el Mesías. Pero ellos ya habían decidido no creer en El y eso no iba a cambiar con otro milagro. 

Muchas personas han dicho: "Si yo viera un milagro, creería en Dios". Pero lo que dijo Jesús a los fariseos se aplica también a nosotros. Tenemos evidencias más que suficientes: la muerte de Jesús, su resurrección y ascensión, y siglos de estar cambiando vidas de creyentes alrededor del mundo. 

En lugar de buscar evidencias adicionales o milagros, acepte lo que Dios ya le dio y avance. El puede usar su vida como evidencia para llegar a otra persona.  

Jonás fue un profeta que fue enviado a la ciudad asiria de Nínive (ver el libro de Jonás). Debido a que los asirios eran una nación cruel y belicosa, Jonás trató de huir de su cometido y terminó alojado tres días en el vientre de un pez gigante. Cuando salió, de mala gana fue a Nínive, predicó el mensaje de Dios y vio a la ciudad arrepentirse. 

Por contraste, cuando Jesús vino a los suyos, estos no quisieron arrepentirse. Aquí está diciendo con claridad que su resurrección probaría que El era el Mesías. Tres días después de su muerte, volvería a vivir, así como a Jonás se le dio una nueva oportunidad para vivir después de haber estado tres días en el vientre del pez. 

En los días de Jonás, Nínive era la capital del Imperio Asirio y era tan poderosa como mala (Jon 1:2). Pero toda la ciudad se arrepintió como respuesta al mensaje de Jonás.



Fuente : Comentario Bíblico Bibliatodo

domingo, 24 de abril de 2022

El sueño de la esposa de Pilato

 

En medio de la historia de los padecimientos de nuestro Salvador previos a su crucifixión, encontramos un episodio de la mujer de Pilato y su sueño.

“Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mando decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de él”

Mateo 27:19

Además de todos los acontecimientos, Pilato también tuvo un mensajero único y notable: el sueño de su esposa. Solo podemos conjeturar lo que ella vio en este sueño. Tal vez vio a Jesús, un hombre inocente, coronado con espinas y crucificado. Tal vez lo vio viniendo en gloria con las nubes del cielo. Tal vez lo vio en el gran trono blanco del juicio, y ella y su esposo frente a Jesús.

La Biblia registra este relato una sola vez en las escrituras y quien lo menciona es Mateo. Esta única mención es suficiente para nuestra fe y contiene material para meditación.  La visión de Jesús en su sueño la hizo padecer (he padecido mucho en sueños por causa de él). “Lo que sea que fuera, ella había padecido dolorosas emociones en el sueño, y despertó sorprendida y maravillada”. 

Fue un acontecimiento notable. Ella despertó tarde en la mañana, perturbada por el sueño. Preguntó dónde estaba su esposo, y sus asistentes le dijeron que fue llamado temprano a sus negocios como gobernador, los líderes religiosos de Jerusalén enviaron a un prisionero para juicio. Inmediatamente, le pide a un mensajero que le lleve a su esposo las noticias de su sueño.

“La mayoría de los sueños los olvidamos con rapidez; pocos mencionamos como notables, y solo de vez en cuando alguno queda impresionado sobre nosotros de tal manera que lo recordamos por años. Rara vez alguno de ustedes ha tenido un sueño que lo haya hecho enviar un mensaje al magistrado sobre la banca”. (Spurgeon)

Debido a todo esto, había una gran urgencia sobre su mensaje a Pilato. Fue valiente al enviarlo, y le imploró que simplemente no tuviera nada que ver con este hombre Jesús. “Déjalo ir. Envíalo lejos. No lo castigues ni un poco”. Fue una influencia, una advertencia que Pilato ignoró. Todo esto era un mensaje misericordioso de Dios para Pilato; un mensaje misericordioso que él rechazó.

Pilato estaba impresionado de Jesús, por su mansedumbre, docilidad y humildad inusual combinada con una dignidad majestuosa.

En el preciso instante en que Pilato propuso a los judíos que eligieran entre Barrabás o Jesús de Nazaret, le llego una advertencia proveniente de la mano de Dios, la cual dejaría en claro para siempre que, si condenaba a Jesús, lo haría voluntariamente con sus propias manos culpables.

Observamos en este pasaje bíblico:

La providencia de Dios; Pilato debía ser advertido para que su sentencia fuera su propio acto y su propia acción; este sueño ocasiono un gran sufrimiento mental a la esposa de Pilato y llego en el momento preciso.



Fuente : spurgeon.com


sábado, 23 de abril de 2022

Fortaleza Antonia

 

La palabra de Dios es viva y eficaz, mas cortante que espada de dos filos …y siempre nos edifica y nos revela. Hechos 20:32; Romanos 15:4; 2 Timoteo 3:15; hebreos 4:12


Esta semana santa en la meditación y estudio de la palabra de Dios, surgieron nuevos relatos bíblicos que llamaron mi atención que antes no había notado, y les estaré compartiendo, entre ellos la existencia de la Fortaleza Antonia.

Era una estructura fortificada de Jerusalén que servía de cuartel para los soldados. Mucho de lo que se sabe proviene de los escritos “la Guerra de los judíos” y “Antigüedades de los judíos” de Flavio Josefo (37-100), historiador judío-romano. Tenía habitaciones, baños, alojamiento para los soldados y patios por lo que internamente parecía una ciudad y por su magnificencia se parecía a un palacio.

La Fortaleza Antonia estaba ubicada en el extremo NO. del patio del templo, probablemente en el mismo lugar donde tiempo atrás Nehemías había construido el castillo (o fortaleza) mencionado en (Nehemías 2:8)

Herodes el Grande realizó considerables y costosos trabajos de reparación y mejoró su fortificación. Aunque antes se la conocía como el Baris, Herodes la llamó Antonia en honor de Marco Antonio. Tal como había hecho con anterioridad el sumo sacerdote y gobernante judío Juan Hircano, Herodes hizo que se guardaran allí las prendas sacerdotales, tal vez como medio de mantener al sumo sacerdote bajo cierta vigilancia o control.

¿Estuvo Jesús en la fortaleza Antonia?

Los cuatro evangelios relatan que después de que Jesús fue prendido, fue objeto de un vaivén desquiciante, entre las diferentes autoridades de la ciudad.

Excavaciones arqueológicas de los años 1931-1937 parecían indicar que fue en el patio central de la fortaleza Antonia donde Jesús compareció ante Pilato para ser juzgado. (Juan 19:13) «Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata». En esta zona se ha hallado un empedrado que quizás fuera el llamado “Gábbatha”. Sin embargo, otros piensan que Pilato juzgó a Jesús en un espacio abierto delante del palacio de Herodes. 

En 1972, surgieron nuevos estudios arqueológicos afirmando que no hay duda alguna de la existencia de una fortificación en el ángulo noroeste de la explanada del Templo renovada por Herodes, pero que la torre “Antonia no sería el lugar donde se condeno a Jesús”.

La evidencia parece no ser suficiente para probar que Jesús se alojó allí por lo que todo el asunto debe ser considerado como incierto.”

No se volvió a reconstruir la Fortaleza Antonia después que en el año 70 E.C. el general romano Tito la destruyó junto con el templo y la ciudad.



Fuente: Diccionario Enciclopédico de Biblia y teología

 

viernes, 15 de abril de 2022

Pasa de mi esta Copa/ Tercera Parte

 

 Los actos horrendos del pueblo de Dios y las acciones de los paganos palidecieron de repente en presencia del pecado que ahora contemplaba: el pecado de las criaturas caídas del otro reino. Este momento fue sólo el comienzo de la angustia y entonces la copa regreso.

Ninguna parte de mí podía captar la inmensidad del mal encarnado que estaba tomando forma ante mis ojos. No sólo me tocaba tener que mirar las iniquidades cometidas en el reino visible, sino también los actos monstruosos cometidos en las esferas de lo invisible.

La copa tembló mientras el contenido de los pecados de los caídos y execrables ciudadanos del reino invisible se vertía dentro de ella.

Con indescriptible horror vi la absoluta corrupción de esas réprobas criaturas, la inmundicia de las huestes de ángeles caídos, lo ponzoñoso de los príncipes de perdición, todo vertiéndose en él asqueroso brebaje.

“Oh, Padre, grite con dolor inenarrable, por favor, si es posible, ¡quita de mí esta copa!”

Luego, con horrorizada resignación, clamé:  Pero…si no…entonces…hágase …tu …voluntad.”

Me desplome en el suelo que se había convertido en un charco de mi propia sangre.  Un ángel luchó con todas sus fuerzas para detener mi muerte, la muerte de un corazón quebrantado y de un cuerpo consumido.

La copa se desvaneció una vez más, y por un momento recordé un hecho que había tenido lugar en la pasada eternidad, en un tiempo anterior a la creación. Recordé un cordero; un cordero que era inmolado.

Fue inmolado por mi Padre, en la edad anterior a la eternidad. ¡Yo era aquel cordero!

Yo estaba allí en el Padre, una ofrenda hecha antes de la creación. Y ahora esa inmolación estaba a punto de unirse a la creación física, a unirse a la historia, a unirse al espacio y al tiempo.

La larga batalla por el renunciamiento había llegado a su fin. Mi padre y yo estábamos juntos en común acuerdo.

Se me había pedido que bebiera la escoria del pecado universal. Yo me había rendido. Sin embargo, el horror de aquello era tan grande que  la posibilidad de comprenderlo sobrepasa al género humano. 

La hora ha llegado…Judas viene en camino…Padre entrego mi libertad, mi voluntad, mi vida y pronto mi propio espíritu. Después de todo esta hora había sido establecida hacía mucho tiempo.

¡Padre, la copa: la beberé.” El ángel de misericordia me levanto en sus brazos una vez más.  Un Último sorbo de la amarga copa, tomaré y la paga final por el pecado recibiré.


¡ Al que esta sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder,por los siglos de los siglos ! 

Apocalipsis 5:13


Fuente:  El día que fui crucificado por Gene Edwards Pag 19-30


jueves, 14 de abril de 2022

Pasa de mi esta Copa/ Segunda Parte


Me levanté con gran dificultad, y me obligué a volver hacia mis discípulos. Mientras permanecía de pie, el suelo que me rodeaba quedó marcado con mi sangre.

¿No pudieron permanecer despiertos conmigo verdad ?, les pregunte, mientras regresaba a mi sitio de oración.

Esta vez no eran las transgresiones de los hijos de Abraham lo que veía, sino la de los paganos.

En el inmundo brebaje de la copa veía cómo el pecado de los paganos volcaba su idolatría, su blasfemia, y todo lo abominable de que fuera capaz la imaginación de los paganos. Exclamé: “¡Oh! ¡ La brutalidad del hombre contra el hombre!” Vi las batallas, las guerras, el sufrimiento, el dolor y la pasmosa depravación de los paganos. Todo esto encontró su camino hacia la copa.

Todos los delitos de la humanidad fueran de judíos o de paganos, se reunieron en un solo lugar y desaparecieron dentro de aquella copa.

Todo lo malo esperaba mezclarse con todo lo puro, todo lo condenable convocaba a envolver toda rectitud, todo lo que era vil y despreciable esperaba aniquilar toda santidad. Todo esperaba que yo cediera ante aquella copa.

Ahora la sangre me brotaba profusamente de la cabeza, del rostro, de las piernas y los brazos. Mi espíritu luchaba por escaparse de aquello que aguardaba para llegar a ser uno conmigo. Gracias a Dios, la copa se volvió a retirar.

Una vez más me Levanté con gran dificultad y luego me desplomé. Al fin llegue a mis discípulos viéndolos dormidos, no pude sino llorar por todos y por cada uno, aunque temía que cada lágrima que derramaba pudiera ser la última.

Sólo por los ángeles y su asistencia pude regresar a mi lugar de oración y enfrentar lo que tenía por delante.


Fuente:  El día que fui crucificado por Gene Edwards Pag 16-18


miércoles, 13 de abril de 2022

Pasa de mi esta Copa

 

Pasa de mi esta Copa / Primera  Parte 

Se alejo a una distancia como de un tiro de piedra, se arrodilló y oro: “Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía” Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció. Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre. 

Lucas 22:41-44

Mientras me dirigía hacia mi destino, un huerto cerca del monte de los Olivos, lo que más me preocupaba era la intensa actividad que había en el Reino invisible entre los principados y potestades. Aquí en este olivar conocería los últimos momentos de libertad que iba a tener mientras estuviera en esta tierra. Me arrodillé y después caí al suelo. Mientras oraba lloré. Y mientras lloraba, una Copa apareció ante mí.

Aunque hacía mucho tiempo que sabía que llegaría esta hora, retrocedí horrorizado por lo que vi.

Padre, por favor, si es posible busca alguna forma  para que no tenga que beber de esta Copa. Mientras aún hablaba la Copa se me acercó.

La Copa agitó a borbotones su asqueroso veneno hasta que el hedor de su contenido pareció impregnar los vientos de la tierra.

Observé como todos los pecados de los hijos de Abraham resbalaban hacia la Copa. Vi como sus siglos de rebelión, idolatría, incesto, asesinato, mentiras y engaño iban hacia la Copa. Ahora los pecados de la raza hebrea eran uno con aquella Copa.

Mis manos y rostro comenzaron a sudar sangre hasta que el suelo a mi alrededor quedó empapado.

Lloré otra vez. Clamé por liberación y grité: “Abba!  ¡Padre! Mi cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente. También mi llanto y mis gritos de terror.

Ni yo ni ningún hombre conoció jamás la intensidad de la repulsión que conocí cuando vi la maldad y la indecencia que caían torrencialmente hacia aquella Copa.

De seguro habría muerto, pero se abrió la puerta del otro reino, permitiendo que un Ángel viniera y me ministrara. La imagen de la Copa se desvaneció, pero volvería. Esta vez sus imágenes serían aún más grotescas.

Fuente:  El día que fui crucificado por Gene Edwards Pag 13-16